“Todavía no hay signos de recomposición del rodeo vacuno”

Ignacio Iriarte, director de la revista Informe Ganadero, lleva casi 50 años analizando el mercado de la carne vacuna. En esta entrevista con +P explicó por qué entiende que la liquidación de stocks en el país aún no terminó, y cuál es la bala de plata para aumentar la producción de carne, aunque no es optimista.
Para él, los frigoríficos exportadores pasaron de una situación dramática hace seis meses a una muy interesante hoy, y el comercio global, tan alterado por Trump y China en menos de un año, presenta un mercado estadounidense de precios más que atractivos, una China envuelta en una doble amenaza, y un panorama excelente en el resto de los mercados, que la Argentina aprovecha poco.
-Recientemente se conocieron los datos de stock bovino, que revelaron que la Argentina perdió 1,23 millones de cabezas el último año, y 3,6 millones desde 2022. ¿Cómo interpreta esto?
-La caída fue superior a lo que se esperaba originalmente. Tenemos el menor stock en 20 años. El 90% de la explicación es la seca, que provoca al año siguiente menos nacimientos, y a los dos años, menos stock. Creo que por la seca ya cayó lo que tenía que caer, pero si se miran los datos de faena, en julio sigue ligeramente por arriba de los niveles de equilibrio. Técnicamente, por el porcentaje de hembras en la faena y por el nivel de faena en términos absolutos, estamos en la cola de una liquidación que no se termina más.
-¿Entonces se sigue achicando el rodeo?
-Por los indicadores indirectos del ciclo ganadero, sí, aunque es una liquidación mucho más moderada que años anteriores. Cuando contemos la hacienda a fin de año, probablemente haya 200.000 a 400.000 cabezas menos. La faena de vacas está baja, ya en los niveles que permite el rodeo, pero sigue sorpresivamente alta la de vaquillonas. Quiero decir, no hay todavía un ambiente de retención. El rebote lógico que se ve en otras actividades después de haber caído mucho, en el caso de la ganadería aún no aparece.
-Sin embargo, la ganadería bovina ha sido el sector del agro mejor tratado por el Gobierno, y se suele hablar de “boom ganadero”. ¿Los productores no deberían estar aumentando sus rodeos?
-Para que haya retención, hacen falta tres requisitos. Uno es que los precios sean buenos, y hoy en dólares son históricamente los más elevados. El segundo es que el clima acompañe, cosa que no ocurría hace un año o dos atrás. El tercero es la idea respecto del futuro de la economía del país, y aquí persiste un nivel de incertidumbre muy grande. Todavía no hay señales de recomposición del rodeo.
-¿Se parece esta liquidación a la que hubo durante el gobierno kirchnerista?
-Esta liquidación no se da porque el productor quiera salir de la actividad, como en la época de los Kirchner. Hay incertidumbre, y un tema que no es menor: hay una tentación muy grande de vender, porque el precio de los vientres (la retención se hace con vientres, con hembras) está muy alto. Cualquier vaquillona preñada vale 1.000 a 1.100 dólares, que es mucha plata. El negocio está caro para entrar y muy tentador para salir. Esto está pasando también en Estados Unidos.
La faena sigue muy alta
-¿En cuánto estima la faena de este año?
-Va a estar en el orden de los 14 millones de cabezas. Repite prácticamente la del año pasado, pero no podemos seguir faenando lo que estamos faenando. En algún momento vamos a empezar a retener, porque si no, vamos a estar estancados indefinidamente. Hay que recordar que la reconstrucción del rodeo se hace reteniendo hembras: en vez de faenarlas, un número de vaquillonas se destina a reproducción: reciben su primer entore y a los 9 meses o al año están pariendo. Un ritmo de recomposición moderado, de 500.000 hembras anuales, o razonable, de 1 millón de hembras, implica que la faena caiga en la misma proporción. Cuando empecemos a retener, agarrate, porque la oferta de carne va a caer proporcionalmente.
-¿Puede estimarse en qué proporción esa caída de faena afectaría al mercado interno y a la exportación?
-Imposible, porque esto es muy dinámico. Hace seis meses la exportación estaba fusilada y ahora está en un gran momento. Es el nuevo driver del mercado, ya no es el consumo interno.

El nivel de faena en Argentina sigue siendo alta y eso complica la recomposición de los stocks.
-¿Cómo ve el panorama para las exportaciones de carne argentina?
-La exportación tuvo un regalo soñado: una suba importante de los precios internacionales de la carne, de no menos del 20%, con un aumento del tipo de cambio nominal de 14% en julio, y no sabemos si va a seguir subiendo. Y hay que agregar el puntito y medio de reducción de retenciones a la exportación de carne de novillo. Además, hay un aumento de los volúmenes demandados por todos los mercados principales, si bien ahora frenado por la oleada de aranceles de Trump y las posibles medidas proteccionistas de China. Es un panorama internacional muy favorable para los exportadores, cuando hace cuatro meses parecían en un drama sin solución, en el que iban a cerrar y a echar a todos.
-¿Cómo cree que afectarán los aranceles de Trump a la exportación? En 2024, Estados Unidos se convirtió en el 3º destino en volumen y el 4º en valor de la carne argentina, por cerca de u$s 200 millones.
-La Argentina tiene en Estados Unidos una cuota de 20.000 toneladas libre de aranceles, que se agota rápidamente; el grueso del volumen quedaba fuera, con un arancel del 26,4%. Ahora, fue supuestamente “beneficiada” con un 10% de arancel extra, o sea, queda en un 36,4%. A Brasil, Trump le puso un arancel adicional de 40%, con lo que pasó a 66,4%. Lo sacó del mercado: Estados Unidos ya no va a tener la carne de Brasil, que son unas 400.000 toneladas anuales. Es sorprendente lo que está pasando. Hoy, los precios internos de la carne en Estados Unidos son el doble que en la Argentina, y todavía no empezó la retención. Pocas veces se dio. A esto se agrega que la importación de carne va a ser menor, por lo de Brasil, y va a ser más cara, por los aranceles. Hay un factor más que complica las cosas: Estados Unidos prohibió la importación de terneros vivos de México, que son una pieza fundamental de los feedlots del sur estadounidense, por una peste terrible de nombre romántico, el gusano barrenador del Nuevo Mundo, que está avanzando en Centroamérica y ya está a 500 o 600 kilómetros de la frontera con Estados Unidos.
-¿Cuánto puede aprovechar Argentina de esa situación?
-Los principales beneficiados van a ser Australia, Argentina, Uruguay y Paraguay, en este orden, por el volumen. Ya no está la incertidumbre de mayo y junio, después de los anuncios del Día de la Liberación, que provocaron una caída de las exportaciones de todos al mercado americano porque no se sabía con qué arancel se iba a encontrar la carne al llegar allá. Hoy estamos todos soñando con el mercado americano. El arancel de 36,4% de Argentina es prohibitivo en épocas normales, pero hoy sirve. Vamos a ver qué pasa. El drama es adónde va a ir ese enorme volumen de Brasil que ya no va a colocar en Estados Unidos.
-¿Va a ir a parar a China?
-La carne brasileña ya está intentando venderse en China, que es el principal mercado de la carne argentina. A esa amenaza se suma la espada de Damocles de qué medida va a tomar China para limitar el daño que la importación de carne le está causando a su producción y a sus frigoríficos. No se sabe si van a ser cupos, aumentos de aranceles o qué. Es todo muy complejo y puede cambiar pronto. El mercado americano presenta una oportunidad excelente para Argentina, pero a Estados Unidos le vendemos 4.000 a 4.500 toneladas mensuales, y a China 40.000 a 45.000: es 10 a 1.
Expectativas por negociaciones de Milei
-¿Se dice que Milei está negociando con Trump ampliar la cuota libre de aranceles de 20.000 a 80.000 toneladas, qué hay de eso?
-Puede ser, pero no hay nada firme ni concreto. Lo que todos resaltan es que en este momento en que Trump está peleado con prácticamente el planeta entero, con Milei no está peleado. Con Lula tiene una guerra a muerte, por los BRICS y el dólar. Lo que Trump todavía no ha medido, y se va a ver en los próximos meses, es el impacto que va a tener sobre el comercio mundial y sobre el PBI de todos los países participantes, no solo de China y Estados Unidos. Después de 20 años de globalización y desarrollo del comercio, estos aranceles son medidas recesivas sorprendentes.
-Respecto de China, que acaba de postergar la definición de las medidas proteccionistas que va a tomar, ¿cómo ve el panorama?
-Los precios que paga China son los que menos han crecido en el concierto internacional: 10% más que hace un año, contra 20% del resto. Pero para muchos productos de calidad inferior (como trimmings, carcasa de vaca, hueso, hueso con carne, carne de vaca y toro), China es irremplazable, por el volumen que compra. Las medidas que tome empezarían a regir a partir del 1 de enero de 2026. Se supone que va a poner un cupo global o un cupo por países, con un aumento de arancel una vez que se agote. En un cupo por países, Argentina y Brasil seguramente recibirían los dos más altos. Lo peor que podría pasar es que ponga el sistema “primero llegado, primero servido”, una maldita costumbre que ya han tomado varios países, en la que cubre la cuota quien tiene más capacidad de fuego en el corto plazo. Que es Brasil.
-¿Cuál sería la perspectiva desde el punto de vista de un ganadero?
-Para la hacienda, es previsible que la situación de la exportación mejorará. El mercado internacional, con sus más y sus menos, está pasando un buen momento. Probablemente no podamos aprovechar plenamente el momento del mercado americano. Probablemente en China se va a sentir la presencia brasileña y va a haber menores precios. El resto de los mercados internacionales está presentando un panorama muy bueno. Y el tipo de cambio tiende a mejorar, y estos puntitos de quita de retenciones ayudan.
-¿Qué participación puede tener la exportación de carne en la producción este año?
-Creo que 25-26% y subiendo. En los últimos meses, la exportación llegó a ser un 22-23% de la demanda, cuando a esta altura del año pasado estaba en un 32-33%. Si el resultado de las elecciones no es el que el mercado está esperando, y el tipo de cambio sube más, la exportación definitivamente pasa a ser el driver del mercado. No es descabellado que haya un aumento adicional en el tipo de cambio, que desde el punto de vista histórico está todavía muy rezagado.
-¿Cree que tiene que haber algún cambio en la estrategia de exportación?
-Creo que vamos a tener que mirar menos el mercado chino, adonde hoy se manda lamentablemente el 70% de lo que exportamos. Y mirar un poco más todos los mercados restantes que están apareciendo: México, Israel, Europa, norte de África, Emiratos Árabes, Malasia, Indonesia, todos los países del sudeste asiático. Si nos ponemos las pilas, esa sumatoria va a reemplazar a China en el mediano y largo plazo. Ya lo están haciendo Uruguay y Brasil, ¿por qué no lo hacemos nosotros? Nos hicimos muy dependientes de China y ahora tenemos esta amenaza de los aranceles o cupos que va a poner y de la carne brasileña que va a ir para allá.
-Retomando el primer eslabón de la cadena de la carne, ¿hay chances de que vuelva la ganadería a las zonas de donde la desplazó la soja, que ahora tiene menos rentabilidad?
-No. La ganadería es un negocio de capital intensivo. Se necesita recomponer toda la infraestructura ganadera, hacer pasturas o verdeos, comprar hacienda… Es un chiche carísimo, y la ganadería no se puede tercerizar como la agricultura. Va a pasar en algún momento, no sabemos cuándo, que los productores se van a decidir a empezar a retener vaquillonas, y nos vamos a dar cuenta rápidamente de que empezó la retención.
-¿Se puede crecer en producción de carne sin crecer en stock?
-Soy muy escéptico. Podría mejorar marginalmente la cantidad de terneros que logramos en relación con la misma cantidad de vacas, el índice de destete, que tuvo una mejora importante en los últimos 20 años, y ahora está como tocando un techo circunstancial. Sí se podría crecer —y lo están haciendo todos los países salvo uno que se llama Argentina— agregándoles más kilos a los terneros que logramos. Tenemos un peso medio ridículamente bajo. Pero eso tampoco va a pasar: hablamos y hablamos, pasan meses y años, y no pasa nada. Ahí está la bala de plata de la ganadería argentina: con el mismo stock, la misma cantidad de madres y de terneros, en vez de cargarle 230 kilos al animal, cargarle 250 como en Uruguay o 260 como en Brasil. Ahora, al productor no sé si le conviene, porque eso es más carne, más oferta, menos precio.
-¿Y cómo se podría conseguir eso? ¿Con una regulación? Porque con peso mínimo de faena no se consiguió.
-No se va a conseguir con nada. Hace 30 o 40 años que ese indicador está igual. No tengo ningún motivo para pensar que va a cambiar. Pero es tan irracional, que en algún momento quizás se empiece a pagar mejor el novillo pesado que el novillo liviano. Ya están a la par, lo que es un logro extraordinario, y va a haber un poquito más de novillos y menos novillitos. Ahí está la mina de oro de la Argentina: convertir los novillitos en novillos, agregarles de 50 a 100 kilos. ¿Tenemos los recursos? Absolutamente. ¿Lo vamos a hacer? No.
-¿Tan escéptico?
-Hay un dicho de Theodore Roosevelt cuando visitó la Argentina a principios del siglo pasado, que en realidad no se sabe si quiso decir eso o hubo un defecto de traducción, pero es extraordinario: “La Argentina es un país que tiene un gran futuro, que siempre lo tendrá”.
FUENTE: Más Producción