Precio de la carne. La ganadería pisa firme, pero mira de reojo la competitividad

Los precios de la hacienda están sostenidos, aunque la apreciación del peso hace que se pierda eficiencia exportadora. La importación de carne bovina comienza a ser un indicador para seguir.
El negocio ganadero en el país se desenvuelve actualmente en un contexto particular, influenciado significativamente por las políticas y dinámicas económicas vigentes. En este marco, la 71ª Expo Otoño de la Sociedad Rural de Río Cuarto sirvió de escenario para el análisis de la situación.
El economista David Miazzo disertó durante una de las jornadas y delineó un panorama complejo y cambiante para el sector. Un punto central y llamativo de su exposición fue el notable aumento en la importación de carne bovina en Argentina. Según los datos presentados, la importación mensual de carne bovina se ha multiplicado por cinco. Esta tendencia, “lejos de frenarla, el Gobierno nacional la promueve para contener precios” internos en el mercado local. Esta nueva dinámica ha llevado a que los productores empiecen a prestar atención en la importación, algo que antes no era una preocupación relevante para ellos.
El economista explicó que el consumo per capita de carne vacuna a nivel interno se ha reducido, no así el consumo general de carne, esto se explica en preferencia del consumo de aves y de cerdos. Miazzo proyectó que el consumo de carne bovina debería comenzar a presionar al alza a medida que se recupere el poder adquisitivo y el salario de los consumidores.
En cuanto a la exportación de carne bovina, la perspectiva presentada por Miazzo es que seguirá siendo baja o negativa. Esta situación se atribuye principalmente a que Argentina ostenta el costo del novillo más caro del Mercosur.
Para los frigoríficos, tanto el costo de la materia prima en dólares como el costo de la infraestructura son elevados.
La pérdida de competitividad: un riesgo latente
A pesar de que los mercados globales reportan precios positivos, la competitividad argentina se ve mermada por este alto precio, sumado a la contracción del stock ganadero y un tipo de cambio que considera bajo.
Si bien el poder de compra del salario se recuperó respecto a marzo de 2024 y los precios de la carne se sostienen, no hay indicios de grandes aumentos (como de un 20% en el verano pasado). La apreciación cambiaria, aunque podría tener un incentivo en la estructura de costos, hace que los costos en pesos pesen más, manteniendo la presión.
Según al análisis de Miazzo, los costos operativos también muestran tendencias contrapuestas. El costo del alimento para el ganado es bajo debido al tipo de cambio actual, con una excelente relación novillo-maíz. Sin embargo, los costos expresados en pesos suben debido a la apreciación cambiaria, y el costo financiero se incrementa por las tasas reales positivas.
La ocupación actual de los feedlots genera un freno en las decisiones de inversión debido a señales de posibles restricciones en la cadena productiva. Se espera que la oferta de carne tenga algunas restricciones a corto plazo, influenciada por retenciones a las exportaciones y el alargamiento de los ciclos productivos. Surge la pregunta de si la situación exportadora podría mejorar en caso de un posible anuncio de reducción en los derechos de exportación.
¿Mejor el mercado interno que la exportación?
Al finalizar su presentación, David Miazzo abordó los impactos directos del modelo económico actual en la actividad ganadera. Concluyó que, si bien el margen de la actividad, en términos netos, podría tener un impacto positivo, existe incertidumbre sobre si el precio en dólares continuará su tendencia de crecimiento. En su análisis, el margen será mejor para aquellos productores orientados al mercado de consumo interno y peor para los enfocados en la exportación.
Sin embargo, el panorama del impacto del modelo económico es multifacético. Si bien persisten desafíos de competitividad por costos y tipo de cambio, existen políticas e iniciativas que buscan reconfigurar el posicionamiento internacional de la ganadería argentina. Proyecciones externas como las del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (Usda) para 2025 estiman un aumento tanto en la producción como en las exportaciones argentinas de carne vacuna, impulsadas por una mayor demanda global y políticas nacionales que incentivan los envíos, como la potencial reducción de impuestos a la exportación.
El contexto global de precios sostenidos debido a la menor oferta de jugadores clave como Estados Unidos y Brasil podría jugar a favor de Argentina si logra superar sus barreras de costos. La apertura de nuevos mercados y las avanzadas negociaciones para la entrada de menudencias bovinas –un producto con importante valor agregado y potencial de ingresos– al vasto mercado chino demuestran esfuerzos concretos por diversificar y aumentar los destinos de exportación, más allá de la carne tradicional.
FUENTE: La Voz