“El mercado halal no espera carne: espera confianza”
Uruguay está desaprovechando hoy una oportunidad concreta de ingreso a mercados de alto valor para su carne vacuna y otros productos agropecuarios al no contar con una estrategia definida hacia el consumo halal, un segmento que crece con fuerza a nivel global y que va mucho más allá de la población de origen musulmán.
Así lo planteó la Lic. Ana Laura DeLeon, experta en rito halal, durante la presentación de cierre y perspectivas 2025 del INAC, donde subrayó que el desafío no es productivo sino estratégico.
Con una población musulmana que superará los 2.200 millones de personas hacia 2030 y un consumo de alimentos halal que ya supera los US$ 1,4 trillones anuales, el mercado demanda cada vez más productos certificados que garanticen confianza, trazabilidad y coherencia con valores culturales y religiosos.
En ese escenario, Uruguay parte con ventajas claras en sanidad, reputación institucional, calidad de producto y sistemas de control, pero aún sin una marca país halal que permita capitalizar esos atributos.
En esta entrevista con World Beef Report, DeLeon explica qué implica estrictamente el concepto halal, por qué Uruguay debería avanzar con decisión hacia este mercado, las complejidades de la certificación, los destinos con mayor potencial a corto plazo y la relevancia de construir una estrategia halal premium para diferenciar la oferta exportadora.
¿Qué significa estrictamente que un producto o servicio sea considerado halal?
Cuando hablamos de halal estamos hablando de aquello que es permitido o lícito para un musulmán. En ese sentido, ese producto o servicio debe presentar características que le garanticen al consumidor que con su consumo no está cometiendo un acto ilícito.
En relación a los alimentos, las bebidas y también productos como cosméticos o vestimenta, la certificación halal, el sello halal, da garantía al consumidor de que ese producto no tiene ningún componente ilícito para la ley islámica, como por ejemplo ninguna parte o derivado de un animal ilícito, como el cerdo, o alcohol.
¿Por qué considerás que Uruguay debe subirse con su oferta de carne a este mercado?
Primero porque estamos hablando de un mercado que en cifras alcanza los trillones de dólares. Segundo porque la religión del islam es la que más crece en el mundo, hoy hablamos de 2.000 millones de musulmanes, cifra que va en ascenso.
Esos potenciales consumidores están esperando productos que cuenten con certificación halal, pero que además cuenten con características que le otorguen mayor confianza y Uruguay cuenta con muchas de ellas.
Además, si pensamos en estas cifras de crecimiento del colectivo musulmán en el mundo debemos entender que halal en unas décadas va a dejar de ser solo una opción sino una completa necesidad. En ese sentido no podemos intentar ingresar tan tarde cuando hay países que ya exportan halal desde la década del 70, como Brasil.
¿Qué pasa con la certificación y por qué ha costado avanzar en ese aspecto?
La certificación es uno de los temas más sensibles dentro de las exportaciones bajo este sello. En primer lugar porque cada país islámico tiene sus propias exigencias y para tener la habilitación de determinado mercado muchas veces hay un camino más empinado que para otros mercados.
Un ejemplo es la certificación de Malasia, que es una de las que más cuesta obtener, pero que aporta mucho prestigio cuando se alcanza y luego facilita el proceso de otras.
Lo segundo es que las certificadoras deben recorrer su propio camino para alcanzar estándares mundiales de reconocimiento. En mercados grandes como Brasil, cuando una certificadora genera cierto renombre es porque realizó una fuerte inversión para cumplir con los requisitos y ganar confianza y reputación.
En Uruguay, donde el colectivo musulmán no es muy grande, los procedimientos han sido más lentos, pero si el país se apoya en instituciones de renombre mundial y de destaque en la región de Latinoamérica, sin lugar a dudas podrá posicionarse con mayor confianza, que es la base de halal. Si la cadena de confianza falla, así como se abren nuevos mercados, también se pueden cerrar.
¿Qué mercados considerás que Uruguay podría aprovechar a corto plazo para vender carne, lácteos o lana?
Si bien los mercados del sudeste asiático son el principal enfoque, no debemos olvidar África, Medio Oriente y la propia China. Hay mercados como Argelia, nuestro séptimo destino de exportaciones, con más de 47 millones de personas, al que ya se le exportan lácteos. Allí debemos estudiar mucho más el mercado y trabajar con mayor presencia institucional público-privada para aumentar ingresos que ya existen.
China es un destino donde aún queda mucho por expandirse. Ya se le exporta halal, pero no desde una estrategia que agregue valor extra por esa certificación. A mi entender, ahí hay un valor agregado que no está siendo aprovechado.
En esa línea, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita son destinos estratégicos, pero también debemos poner foco en mercados mucho más grandes como Bangladesh, con más de 250 millones de personas, de las cuales más del 80% es musulmana.
¿Por qué sería relevante que Uruguay tenga su propia marca halal premium?
Porque una marca país halal demuestra un compromiso con ese mercado, una búsqueda de confianza de esos potenciales consumidores y un interés por generar un vínculo perdurable en el tiempo.
La constancia en el suministro es uno de los puntos más importantes a la hora de elegir un producto por parte del consumidor halal. Además, Uruguay exporta calidad y valores, y eso puede englobarse en una estrategia de posicionamiento que, aunque llegue más tarde que otros países, puede posicionarlo como exportador de productos diferenciados, premium.
FUENTE: Faxcarne