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De las caravanas electrónicas… al garrón

La ganadería eficiente no solo mejora la productividad, sino que también desempeña un papel fundamental en la sostenibilidad ambiental.

La trazabilidad, con identificación electrónica, permite rastrear un producto a lo largo de todas las etapas de producción, transformación y distribución.

La ganadería es clave para la seguridad alimentaria, proporcionando el 26% de la proteína consumida a nivel mundial y generando uno de cada cuatro empleos en la agroindustria argentina.

La ganadería eficiente no solo mejora la productividad, sino que también desempeña un papel fundamental en la sostenibilidad ambiental. Optimiza el uso de recursos naturales como el agua y la tierra, al tiempo que mitiga el cambio climático mediante la reducción de emisiones de GEI por unidad de producto. Las tecnologías genéticas y reproductivas son herramientas esenciales para alcanzar estos objetivos.

En este sentido, nuestro país enfrenta el desafío de desarrollar un proceso de intensificación sostenible, donde el mejoramiento genético constituye un eje central, ya que permite mejoras productivas acumulativas sin necesidad de insumos externos.

La trazabilidad permite rastrear un producto a lo largo de todas las etapas de producción, transformación y distribución, proporcionando un registro detallado de cada una de ellas.

Las caravanas de identificación individual son dispositivos utilizados en la ganadería bovina para registrar y rastrear a cada animal durante su vida productiva. Su principal función es garantizar la trazabilidad, permitiendo el seguimiento del origen, historial sanitario, alimentación, genética y movimientos del animal dentro de la cadena productiva. Esto facilita el control sanitario, la prevención de enfermedades, la certificación de calidad, la transparencia comercial y el cumplimiento de normativas nacionales e internacionales.

Las caravanas electrónicas (EID) representan una evolución tecnológica en la identificación bovina, utilizando chips de radiofrecuencia (RFID) para almacenar y transmitir datos del animal de manera automática y precisa. A diferencia de las caravanas visuales, las electrónicas permiten una lectura rápida y sin contacto físico mediante escáneres.

Su implementación mejora la eficiencia del manejo ganadero, al facilitar el monitoreo de parámetros clave como peso, alimentación, tratamientos veterinarios y reproducción. Además, posibilitan la integración con sistemas de gestión digitalizados, lo que permite análisis más detallados sobre productividad y bienestar animal.

En el contexto global, estas caravanas son fundamentales para cumplir con estándares de trazabilidad exigidos en mercados internacionales y para fortalecer la bioseguridad en la industria cárnica.

Las EID se colocan al nacimiento, al ingresar a un sistema productivo o al momento de compra. Se retiran en el matadero al momento del sacrificio, en la exportación en vivo o en caso de muerte natural.

El registro de su retiro es esencial para mantener la integridad del sistema de trazabilidad, permitiendo rastrear el origen y las condiciones del animal a lo largo de toda la cadena productiva, protegiendo la seguridad alimentaria, evitando fraudes y cumpliendo con normativas nacionales e internacionales.

En la UE, el retiro de caravanas en mataderos es obligatorio y sus registros se conservan durante años. En EE.UU., aunque no es obligatorio, se recomienda su registro. En Australia y Nueva Zelanda, es un requisito normativo, y los sistemas NLIS y NAIT exigen su registro obligatorio en mataderos. En mercados internacionales exigentes, como la UE, EE.UU. y Japón, la trazabilidad individual es un requisito para la exportación.

En Argentina, la Resolución 749/2006 y la Resolución 297/2011 de SENASA establecen la obligatoriedad de la trazabilidad individual hasta la faena. Esto implica que la identificación individual se pierde en los frigoríficos, donde se pasa del uso de caravanas a la asignación de un garrón. La identificación mediante caravanas solo se mantiene en algunos frigoríficos habilitados para exportación (menos del 5%). Además, SENASA no exige la identificación individual con caravanas para la comercialización en el mercado interno. Considerando que en 2024 solo el 30% de la carne argentina se exportó, esto significa que la mayor parte del sistema de trazabilidad no está regulado a lo largo de toda la cadena productiva.

El sistema de garrón asigna un número interno a la media res tras la faena, desvinculándola de la identificación original y eliminando toda la información sobre su origen y características individuales.

El garrón es una etiqueta nueva que cada frigorífico coloca para identificar y seguir la media res en las etapas de enfriado, transporte y comercialización. Este número corresponde a un código interno de cada establecimiento de faena que se reinicia periódicamente y no tiene vínculo con la identificación individual del animal. Aunque en la gestión de las medias reses este código interno está asociado con la información del lote de origen, los kilos, la tipificación y la categoría de cada media res, se pierde toda la información individual relacionada con su proceso de producción, desde la cría hasta la faena.

Si bien el sistema de garrón facilita la gestión interna del frigorífico y tiene un menor costo de implementación, impide cumplir con normativas internacionales de trazabilidad y hace que el productor no pueda dar seguimiento a cada animal que envía a faena.

La adopción de caravanas electrónicas implica desafíos técnicos y económicos, pero su uso es fundamental para acceder a mercados con altos estándares de calidad y trazabilidad, optimizando la eficiencia productiva y fortaleciendo la transparencia en la cadena de valor de la carne.

La Resolución 71/2024 busca mejorar la trazabilidad electrónica y enfatiza que la trazabilidad individual desde el nacimiento hasta el consumidor final es un valor agregado. Sin embargo, la normativa aún no establece medidas concretas para el retiro y registro de caravanas en frigoríficos.

Dado el estado actual del sistema de faena, si se pretende jerarquizar, transparentar y optimizar el negocio de la carne, la Resolución 71/2024, aunque necesaria, no es suficiente. La trazabilidad individual no podrá considerarse efectiva si se interrumpe al llegar los animales a los frigoríficos argentinos.

Las caravanas electrónicas y la posibilidad de acceso de los productores a ellas son un avance positivo, pero si los frigoríficos continúan operando bajo el sistema de garrón, el problema de certificación y acceso a mercados competitivos seguirá sin resolverse. No basta con identificar los animales en el campo; es necesario reglamentar su retiro en la industria frigorífica para garantizar la trazabilidad completa.

Para garantizar un negocio de carne de calidad, tanto en Argentina como en el mercado internacional, deben abordarse dos frentes “al mismo tiempo”: la colocación de caravanas tranqueras adentro, con apoyo, enseñanza y promoción hacia los productores; y la reglamentación, aseguramiento y control del retiro de las caravanas en la industria frigorífica, una acción imprescindible para garantizar la trazabilidad.

El esfuerzo de los productores debe reflejarse en toda la cadena de valor. La certificación y trazabilidad de la carne exportada es responsabilidad de quienes industrializan el producto. Sin un sistema que valore la calidad desde la producción hasta la comercialización, los pequeños productores no podrán subsistir. Se requiere un compromiso integral de todos los actores del sector ganadero para garantizar su sostenibilidad y competitividad.

FUENTE: Clarín Rural