Martes, 23 Enero 2018

China, un gigante que pone a prueba la cadena entera.

China, un gigante que pone a prueba la cadena entera.

Como señaláramos oportunamente en la nota publicada un mes atrás “China: Una aspiradora insaciable y difícil de administrar”, la cadena de valor de la carne bovina argentina se encuentra inmersa en un cambio de paradigma conceptual

Éste, no sólo radica en una manera diferente de concebir el negocio, sino también, en la necesidad de adaptarse a las nuevas concepciones de mercado, oportunidades y necesidades del sector.

Es así, que advertíamos las transformaciones estructurales de un sector que se dispone a enfrentar una adaptación de su oferta a una multiplicidad de demandas –interna/externas-, así como los riesgos implícitos de los cambios inherentes a dicho proceso.

El pasar de un negocio que sólo priorizaba su demanda interna a uno que se abre y se dispone a satisfacer las necesidades del mundo, claramente conlleva a adaptar productos, y administrar el equilibrio necesario entre la necesidad de ganar mercados y la necesidad de contar con las calidades y cantidades requeridas por la diversidad de actores que constituyen el concepto cliente/demanda.

Es frente a esta necesidad de adaptarse a los requerimientos de la diversidad de demandas, que entendíamos determinante la forma que nuestro país encontrara para equilibrar la satisfacción de las mismas – internas/externas – con una estrategia comercial que priorice la sustentabilidad de la matriz productiva del sector, destacando la -importancia/riesgos- que implicarían demandas como la de China, que hasta entonces, solo se focalizaba en la categoría “vaca”, que en los últimos dos años experimentó una significativa variación relativa de su valor.

Actualizando los números exhibidos por organismos oficiales como SENASA, entre enero y noviembre de 2017, China significó el 54% de las exportaciones de carne  -fresca/congelada- del total exportado por nuestro país (China = 83.294 Toneladas peso producto), y aún con la fuerte limitante de solo tener habilitado el mercado de carnes congeladas, experimentó un crecimiento en sus exportaciones de 96% si comparamos dicho período de 2017 con el mismo de su año precedente.

Es frente a dicha significancia de la demanda China para nuestra matriz productiva, que en el informe anterior destacábamos la necesidad, criticidad, y relevancia de la inminente aprobación de los protocolos que establecen los requisitos sanitarios para autorizar el ingreso de carne bovina enfriada y congelada, con y sin hueso al mercado chino.

Ahora, con el reciente anuncio oficial de la aprobación de dicho protocolo, nuestro país está a un paso de ampliar su oferta de carnes al mercado Chino, quedando pendiente aun, sólo la formalización con la firma de dicho convenio bilateral. Aún no está formalizado dicho protocolo, pero dándolo por hecho a la brevedad, es claro que el mismo constituye la posibilidad de diversificar el tipo de producto enviado a ese mercado, complementando la categoría “vacas” con cortes de alto valor provenientes de “novillos” de calidad.

Por otro lado, si bien es cierto que la habilitación formal de ingreso a dicho mercado no determina ni garantiza la captura inmediata del mismo, sí dependerá de nosotros la penetración comercial, contando con la ya garantizada calidad y competitividad de nuestro producto estrella (carne), frente a la selecta liga de países competidores dispuestos a abastecer semejante comprador.

En lo que respecta a las implicancias comerciales cuasi inmediatas que podría significar la apertura del mercado chino a nuestras carnes enfriadas con y sin hueso, podemos destacar las estimaciones manifestadas a los medios por Mario Ravettino (Presidente del Consorcio de Exportaciones de Carnes Argentina – ABC), asociando a dicho evento un posible  incremento de las exportaciones de carne argentina de entre 20% y 25%.

Asimismo, y nuevamente poniendo el foco en el impacto positivo que implica dicha oportunidad comercial, la entendemos crítica en el objetivo de  integrar de manera más eficiente el precio del producto (carne), y así evitar que señales de precios, que distorsionan en términos relativos el valor de la categoría “vaca” producto de una insaciable demanda estrictamente centrada en carnes congeladas, reconfiguren un negocio próspero y sustentable de un país que se autoabastece y exporta novillos, convirtiéndolo en el de un vendedor de vacas que entrópicamente se consume.

Ahora, resulta esperable que una mejora en el poder de compra de la industria exportadora traiga repercusiones, vía precio, en los eslabones inferiores de la cadena de valor (Cría e Invernada).

En línea con ello, es también esperable que un crecimiento de la demanda externa, ya no solo de vacas, sino ahora también de muchos más novillos y sus cortes de calidad, tengan su implicancia en el precio de aquellos que integren una oferta que crece mucho menos que lo que requiere la demanda agregada que pretende abastecer. (Según el USDA, se espera que Argentina en 2018 incremente su stock ganadero 700 mil cabezas respecto a 2017).

Asimismo, habrá que ver cómo se comporta la industria a la hora de convalidar incrementos de precios en aquellas categorías destinadas al consumo interno. Todo dependerá, según creemos, de la escasez de oferta, de la evolución del poder adquisitivo del consumidor local, de la variación relativa del precio de carnes sustitutas, y de la efectiva posibilidad de integrar el precio vía nuevos destinos de cortes exportables (ya sea por aperturas de mercados hasta entonces vedados, o bien por la mejora en la competitividad del tipo de cambio).

FUENTE: Decisión Ganadera

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