Jueves, 11 Febrero 2016

Carne bovina – Una cadena de valor que pone sus fichas en cada eslabón.

Carne bovina – Una cadena de valor que pone sus fichas en cada eslabón.

Empieza el año y tras una primera etapa de extrema incertidumbre que definitivamente incidió en el grado de racionalidad implícito en las decisiones económicas, vamos viendo como el sedimento revuelto por los primeros días del nuevo gobierno se empieza a asentar dando paso a una mayor claridad respecto del nuevo escenario político y económico a transitar.

Ahora bien, en lo que respecta específicamente al sector que nos concentra, fuimos testigos de un fuerte reacomodo de una cadena de valor que, en dicho proceso, necesariamente se expuso a fuerte tensiones en cada eslabón producto de la puja resultante de la consolidación en el reparto de la renta.

Es así que desde diciembre, la incertidumbre que suele traducirse en conductas alineadas al refugio, encontraron en la hacienda el destino inmediato de la liquidez disponible, incidiendo, y en consecuencia exacerbando, el desequilibrio de precios que por mala praxis política durante años padeció la cadena entera.

Como ya se dijo en el mes de diciembre, la cadena se vio expuesta a condiciones que, al menos en la coyuntura, favorecieron netamente a sus eslabones extremos (Cría y Faena). Esto último se confirma con la evidencia fáctica que arrojaron los precios.

Por un lado una invernada, que por cuestiones estacionarias de base, y por especulación coyuntural esperable en la superficie, vio superada su oferta (insuficiente) convalidando valores de terneros hasta por encima de $40/kg. Por otro lado y desde el otro extremo de la cadena, observamos una industria que fundamentó su optimismo al confirmarse su nuevo esquema competitivo, con quita de retenciones, corrección del tipo de cambio, y eliminación de restricciones burocráticas que en la práctica censuraban la capacidad exportadora de la misma, bloqueándole una – herramienta / recurso – crítico en el proceso de integración de precios y maximización del valor de la res entera.

Ahora, habiendo transcurrido ya un bimestre desde el cambio de signo político, y habiendo bajado la euforia y el burbujeo de expectativas que eso conlleva, nos atrevemos a mirar el horizonte conscientes de hacerlo incluyendo en nuestros modelos de pensamiento la variable tiempo, y percibimos con claridad oportunidades intactas. Los recursos y el Know How siguen presentes, y el escenario macroeconómico volvió a mostrase amigable al productor que solo esperaba la posibilidad de volver a hacer lo que sabe.

Es hora de parar la pelota y pensar que esta cadena de valor debe traccionar coordinada, y que el tiempo es clave, no solo por las exigencias que impone la producción de un bien biológico como la carne bovina, cuyos ciclos de producción son mucho más extensos que en la agricultura, sino también porque sus precios relativos actuales exigen un proceso de tomas de decisiones racionales, pues sus consecuencias desde el punto de vista económico excluyen la posibilidad de equivocarse.

Es así que analizando la evolución de la posible oferta que se espera disponible para el primer cuatrimestre de 2016 por parte del primer eslabón de la cadena (Cría), resulta altamente probable que aparezcan más terneros que en 2015, pero con un contexto de expectativas favorables para el negocio y con un buen estado general de los campos, que oficiarán de garantes de continuidad en la retención de hembras y, aunque en menor medida, también de una retención de machos, que en conjunto definirán una oferta que sufrirá presiones de una demanda claramente fortalecida.

En cuanto al segundo eslabón de la cadena (invernada) que hasta el momento no solo no fue beneficiado por el reacomodo estructural de la cadena de valor, sino que incluso (en el caso del feedlot) vio claramente incrementados sus costos de alimentación por la revalorización del maíz fruto de su reincorporación al mercado internacional de granos, entendemos clave la eficiencia productiva, así como la modificación gradual de los sistemas hacia la producción de un animal (joven) más pesado con destino a faena, de manera tal de diluir el costo del alto ratio Precio Ternero (invernada) / Precio Novillo (gordo).

No obstante, dicha relación ternero/novillo, suponemos que alcanzará su piso en marzo /abril por cuestiones estacionales de aumento de oferta de terneros (zafra) y el mayor desbalance entre oferta y demanda de gordos (máximo precio novillo). Esto último se viene verificando hasta el momento, dado que desde noviembre a enero, dicha razón pasó de 1,39 a 1,31 y con una tendencia de continuidad esperable por lo ya argumentado.

Por todo lo expuesto, y fundamentalmente por lo referido a la evolución esperada del valor del novillo gordo para los próximos meses, es que resulta entendible que la carne en los mostradores se aferre a los precios ya aceptados por el consumidor, y aún con alguna pérdida de ventas no se resigne a retraerlos por efímeras caídas del precio del novillo.

Las cartas están echadas, la verdad ya está sobre la mesa, ahora es cuestión de paciencia, prudencia, y conciencia de que en un negocio de cadena, el valor deberá fluir y repartirse a lo largo de esta. Que la ansiedad y el individualismo de sus actores no terminen boicoteando un negocio compartido y dependiente crítico del equilibrio. Que no se pierda de vista la premisa compartida de que la fortaleza de una cadena será siempre la resistencia posible de su más débil eslabón.

FUENTE: Decisión Ganadera

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